Comentario de Xinhua: Histeria anti-China podría resultar contraproducente para Estados Unidos

BEIJING, 29 sep (Xinhua) — “La verdadera nobleza es ser superior a uno mismo”. Esta famosa cita de Ernest Hemingway podría servir como una llamada de atención y un valioso consejo para los políticos de Washington hoy en día. Una ferviente retórica anti-China fue destacada este mes por la llamada “Semana China” en el Congreso de Estados Unidos. Los legisladores de la Cámara de Representantes supervisaron la aprobación masiva de 25 proyectos de ley, dirigidos a las áreas de biotecnología, drones, vehículos eléctricos y baterías del país asiático, entre otras. Es bastante obvio que estos legisladores se dieron cuenta del hecho de que China está alcanzando o incluso superando a Estados Unidos en ciertos campos, y como resultado, sienten una mayor sensación de ansiedad. Desafortunadamente, en su intento desesperado por mantener la “superioridad estadounidense”, nada concreto han intentado para convertir a su país en un “mejor yo”, sino que optaron por realizar esfuerzos implacables cuyo fin es ralentizar e incluso sofocar el progreso chino. Proponer proyectos de ley contra China y presionar para que se aprueben parece haberse convertido en una tendencia popular en el Congreso de Estados Unidos en los últimos años. El número de estos proyectos relacionados con el país asiático que fueron presentados por los Congresos 116º y 117º fue más del doble que el de los presentados por el 115º. La amplitud de estos tampoco tiene precedentes y abarca la economía, el comercio y la inversión, la política, la tecnología y la seguridad. Pero, ¿pueden estas campañas legislativas realmente funcionar y servir a los propósitos de sus iniciadores? Los hechos y las realidades han dado repetidamente una respuesta negativa. Tomemos como ejemplo los vehículos eléctricos (VE). Uno de los más recientes proyectos aprobado por la Cámara de Representantes endurece las normas que limitan el contenido chino en los vehículos estadounidenses de este tipo que califican para los créditos fiscales, lo que muestra una clara intención de excluir a China de la cadena de suministro en el país norteamericano. No obstante, según los expertos de la industria, la ventaja china en baterías para VE y otras tecnologías es tan grande que cualquier intento de construir una cadena de suministro libre de China tendrá un costo “más allá de los límites” y frenará significativamente la modernización y la transformación ecológica de la industria automotriz estadounidense. De hecho, a pesar de la presión y las amenazas de los políticos, Ford Motor y algunas otras compañías de Estados Unidos están buscando cooperación con el principal fabricante de baterías chino, CATL, para su producción en el país. Además de perjudicar sus propias industrias y su economía, las medidas de Estados Unidos para levantar barreras al comercio y la cooperación con China, de manera insensible e incluso histérica, también podrían resultar en un autoaislamiento. Entre la serie más reciente de legislaciones relacionadas con China, la Ley de Bioseguridad tiene como objetivo prohibir los contratos con las principales compañías biotecnológicas chinas. Sin embargo, investigadores y ejecutivos estadounidenses creen que la ley puede dañar tanto a la industria como a la investigación científica, y advierten que Estados Unidos corre además el riesgo de quedarse atrás y aislado de la cooperación internacional en este campo. En medio de los cambios rápidos y drásticos en el panorama económico y tecnológico mundial, algunas industrias y sectores de Estados Unidos, como la siderurgia, la automotriz y las nuevas energías, se enfrentan realmente a duros retos y se encuentran ante una necesidad urgente de ayuda y apoyo. Sin embargo, apuntando siempre con el dedo a China o recurriendo al proteccionismo comercial y el aislamiento tecnológico, los políticos en Washington no ayudan, sino que empeoran la situación. Si estos políticos toman a China realmente tan en serio, deben analizar con seriedad la “receta secreta” del éxito chino: un gobierno dedicado a la búsqueda del desarrollo de alta calidad, basado en la reforma y la innovación; un mercado nacional enorme y dinámico que permite a las empresas competir plenamente y crecer con fuerza; y una actitud abierta que atrae a capitales y empresas del mundo entero, al tiempo que facilita la cooperación beneficiosa para todos. No obstante, ¿pueden estos políticos aprender de China y ayudar eficazmente a las industrias en dificultades del país norteamericano? ¿Tienen la motivación, la determinación y la sabiduría necesarias para lograr el progreso? Hay mucho margen para la duda, especialmente en un periodo cuando se dice que el único consenso bipartidista en el Capitolio es aquel de considerar a China como una amenaza. Después de todo, China ha dejado muy claro que sus esfuerzos de innovación y modernización nunca apuntan a derrotar o suplantar a Estados Unidos. El país asiático también ha enfatizado que no cederá ante presiones externas ni renunciará a su derecho legítimo al desarrollo. Todo esto significa que maniobras como la “Semana China” terminarán siendo, inevitablemente, nada más que trucos políticos. Solo sirven para inducir el autoengaño y potenciar un alarmismo infundado. Así, probablemente, ha llegado el momento para estos políticos de poner atención a las sabias palabras de Hemingway, cuyo significado es que deben hacer lo que el pueblo estadounidense realmente necesita que hagan: centrarse en solucionar los propios problemas de su país, en lugar de buscar chivos expiatorios externos para encubrir su incompetencia e inacción. Fin

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