Por José Aguiar LIMA, 17 oct (Xinhua) — Las tres décadas que este 2024 cumplen la arqueóloga peruana Ruth Shady y su equipo investigando la milenaria civilización Caral, les ha permitido ratificar que se trató de una sociedad que se guió por “conocimientos y valores” para su desarrollo. La directora de la Zona Arqueológica Caral (ZAC) resaltó esos elementos durante una conferencia de prensa que ofreció hoy jueves en las instalaciones del Gran Teatro Nacional de Lima, donde aprovechó para recordar las anécdotas más destacables de estos años de arduo trabajo. “Bueno, voy a empezar indicando que cumplimos los 30 años. Se inició esta investigación como un proyecto de interés personal, pero promovía a los estudiantes de la Universidad (Nacional Mayor) de San Marcos, donde yo trabajaba como docente”, recordó en sus primeras palabras. Esta civilización, que se desarrolló hace 5.000 años en el valle del río Supe, a unos 184 kilómetros al norte de Lima, hizo en su momento diferentes aportes, entre ellos promover la organización del colectivo social para la ejecución de obras de beneficio compartido. Además, trabajó en la identificación de problemas y búsqueda de soluciones a través de la producción de conocimientos, impulsó el manejo del territorio Andino-Amazónico con visión de cuenca e intercuencas, el desarrollo integral del ser humano y respetó la equidad de género. Adicionalmente, dijo la investigadora en otro momento en una entrevista con Xinhua, esta sociedad mantuvo como un elemento clave desarrollar la vida en armonía entre los seres humanos y con la naturaleza, pues siempre prevaleció el respeto hacia el otro. “Muy armónica, porque comprendieron que más se beneficiaban socialmente en esa relación intercultural de respeto compartido, y eso es lo que se ha mantenido muchísimo a través del tiempo, y por ello también le tenían mucho respeto a la Civilización Caral”, subrayó Shady. Teniendo esos elementos en cuenta, la vocera aseguró que Caral, considerada como “la civilización más antigua de América en general”, logró una formación “con características muy particulares”, con su propia economía, organización política y producción de conocimientos. La arqueóloga peruana, que en 1994 llegó junto a un pequeño equipo al valle de Supe, provincia de Barranca, para iniciar las primeras investigaciones del lugar, publicó en 1997 los primeros resultados de esas pesquisas, destacando que se trató de “una sociedad compleja que edificó una sofisticada arquitectura”. En el marco de estas tres décadas de investigación, su equipo ha logrado precisar que la milenaria civilización se formó en el área norcentral peruana, durante el periodo Formativo Inicial, hace 5.000 años (3000-1800 antes de Cristo), casi en simultáneo con civilizaciones de Mesopotamia, Egipto, India y China. Las evidencias arqueológicas recuperadas en los centros urbanos relacionados con Caral han permitido identificar los avanzados conocimientos y tecnologías aplicadas, que posteriormente trascendieron a otras sociedades andinas de Perú y de América. Entre los hallazgos en este lugar resaltan el “quipu”, la tecnología sismorresistente, 32 flautas transversales (algunas con diseños de monos y aves), cornetas, quenas y antaras, así como las esculturas de barro no cocido y los denominados Ojos de Dios. Se recuperó también una gran cantidad de restos de anchoveta y productos agrícolas, alimenticios, industriales y medicinales, así como conchas “Spondylus” provenientes del Ecuador, cuentas de sodalita del sur peruano y Bolivia, y el entierro de un niño al estilo de la cultura Chinchorro de Chile. Estas investigaciones ayudaron igualmente a conocer más detalles de los diseños constructivos y el planeamiento urbanístico realizado por especialistas de Caral, como un edificio piramidal, que fue el edificio público más imponente en la periferia oeste de la mitad alta de Caral. Allí se efectuaban actividades ceremoniales y administrativas en los recintos de la cima, se ha recordado. El asentamiento de la Ciudad Sagrada de Caral está ubicado a 26 kilómetros del litoral, con una extensión de 68 hectáreas; comprende una zona nuclear con 32 edificios públicos y varios conjuntos residenciales, y dos zonas periféricas. Fin