BEIJING, 17 dic (Xinhua) — El presidente chino, Xi Jinping, afirmó que no deben ser desafiadas las cuatro líneas rojas de China en sus relaciones con Estados Unidos, al reunirse con su homólogo del país norteamericano, Joe Biden, en la capital peruana, Lima, al margen de la 31ª Reunión de Líderes Económicos de APEC. Estas líneas rojas, a saber, la cuestión de Taiwan, la democracia y los derechos humanos, el camino y el sistema de China, así como su derecho al desarrollo, no solo ponen de relieve la firme determinación de China de proteger sus intereses fundamentales, sino que también sirven como las barandillas y las redes de seguridad más cruciales para que ambas partes gestionen adecuadamente las diferencias y mantengan la estabilidad de los lazos bilaterales. Como dos grandes países, las diferencias y los desacuerdos son inevitables. Sin embargo, no deben socavar los intereses esenciales de la otra parte ni escalar hasta la confrontación. La historia ha demostrado que la principal causa de perturbación de las relaciones entre China y Estados Unidos son las provocaciones estadounidenses contra los intereses centrales de China. Tales acciones llevaron en su día los lazos bilaterales a mínimos históricos. Estas lecciones no deben ser ignoradas. Ahora que Estados Unidos está atravesando una transición de poder, es imperativo que se respeten las cuatro líneas rojas para preservar el ímpetu de estabilidad que tanto ha costado conseguir en los nexos bilaterales y sentar unas bases sólidas para futuras interacciones. La cuestión de Taiwan está en el centro de los intereses fundamentales de China y es la primera línea roja que no puede cruzarse en las relaciones chino-estadounidenses. El principio de una sola China y los tres comunicados conjuntos China-Estados Unidos son el fundamento político de las relaciones bilaterales. En la cuestión de Taiwan, China no tiene margen para compromisos ni concesiones. Si la parte estadounidense quiere realmente mantener la paz a través del estrecho de Taiwan, debe reconocer la naturaleza separatista del Partido Progresista Democrático (PPD) de Taiwan y manejar la cuestión de Taiwan con mayor prudencia. También debe rechazar explícitamente la “independencia de Taiwan” y apoyar la reunificación pacífica de China. Cualquier traspaso de esta línea roja tendrá un coste. Sobre la cuestión de la democracia y los derechos humanos, los dos países pueden entablar conversaciones para abordar sus diferencias mediante un diálogo en condiciones de igualdad. Sin embargo, es inaceptable utilizar narrativas como “democracia contra autoritarismo” para atizar la división o interferir en los asuntos internos de otros con el pretexto de los derechos humanos. En cuanto a las sendas de desarrollo y los sistemas políticos, las dos naciones deben respetar el camino elegido por la otra, absteniéndose de cualquier intento de cambiar o incluso derrocar el sistema de la otra. Ninguna de las partes puede cambiar fundamentalmente a la otra. Además, el derecho del pueblo chino al desarrollo no puede ser privado ni ignorado. Washington debe contemplar el crecimiento de China con una perspectiva objetiva y racional. Las guerras comerciales, los bloqueos tecnológicos o el “desacoplamiento” forzado solo son contraproducentes, ya que perjudican a otros sin beneficiar a Estados Unidos. El desarrollo de China representa una oportunidad y no una amenaza, para Estados Unidos y todo el mundo. Estas cuatro líneas rojas sirven de recordatorio a Estados Unidos para que no juzgue mal la determinación de China. Aunque China sigue comprometida con el fomento de unas relaciones estables, saludables y sostenibles con Estados Unidos, no cederá en sus intereses fundamentales. Como Xi reiteró en la reunión con Biden, la posición de China de salvaguardar resueltamente su soberanía, seguridad e intereses de desarrollo permanece inalterada. Mientras tanto, considerar a China como el principal competidor estratégico y el desafío geopolítico más importante es un grave error y solo conducirá a una profecía autocumplida. Cualquier forma de conflicto -frío o caliente, económico o tecnológico- perjudicaría no solo a ambas naciones, sino también al mundo en general, con consecuencias demasiado graves para cualquiera. Durante la reunión, Biden aseveró que Estados Unidos no busca una nueva Guerra Fría, no pretende cambiar el sistema de China, sus alianzas no están dirigidas contra China, no apoya la “independencia de Taiwan”, no busca el conflicto con China y no considera su política respecto a Taiwan como una forma de competir con China. Estos compromisos favorecen los lazos bilaterales, pero el quid de la cuestión es traducirlos en acciones concretas. Ambas naciones deben evitar las trampas históricas de los conflictos entre grandes potencias y, en su lugar, mostrar un verdadero liderazgo fomentando la estabilidad mundial e impulsando una dinámica positiva. De cara al futuro, es esencial que Estados Unidos mantenga su firme compromiso de respetar estas cuatro líneas rojas y se una a China en la elección del diálogo y la cooperación frente a la confrontación y el conflicto, para que los lazos bilaterales sigan avanzando por la vía correcta. Fin